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©Roscoff |LAMOUREUX Alexandre

Roscoff

El puerto bretón más británico

La «Pequeño Pueblo on Carácter» de Roscoff, construido en una península abierta sobre la Mancha, merece tu atención. Este pueblo costero, su puerto, sus bonitas casas de armadores decoradas con gran profusión, su iglesia de estilo gótico flamígero y mucho más te seducirán. Enfrente, la isla de Batz con su clima templado te invitará a relajarte.

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La prosperidad se debe al comercio de telas, sal, madera, e incluso, a las cebollas que se exportaban a Inglaterra en el siglo XIX. La riqueza que le aportó el comercio marítimo está muy presente en el casco histórico: desde la iglesia acurrucada en su jardín y las casas señoriales de granito, hasta los barcos esculpidos en la piedra y las torres del puerto viejo. De las entradas de los sótanos que aparecen a nivel de la calle o de la playa, brota aún el espíritu de los corsarios, contrabandistas y negociantes.

Entre los ingleses y la arena

La historia de Roscoff nace en el barrio de Roskogoz que, en la Edad Media, era la entrada al puerto de Saint-Pol-de-Léon. Un calvario del siglo XV nos habla de la existencia de este pueblo. El avance de la arena sobre el puerto y los reiterados ataques de los ingleses empujaron a los lugareños a desplazarse más al norte, lugar donde hoy se encuentra emplazado el puerto viejo. Allí, la ciudad vivió su apogeo, lo que la llevó a extenderse hacia el este. La punta de Bloscon, cerca de la capilla Saint-Barbe, fue fortificada en el siglo XVIII.

Expediciones comerciales a través del Canal de La Mancha

A inicios del siglo XIX, los «Johnnies» (comerciantes de cebollas) se embarcaron y cruzaron el Canal de La Mancha, en busca de mercados ingleses para sus famosas cebollas rosas, típicas de Roscoff. Este vínculo con el Reino Unido sigue siendo muy fuerte. Transbordadores cubren el trayecto hasta Gran Bretaña durante todo el año y hasta Irlanda, de abril a octubre, desde el puerto de aguas profundas, construido en la segunda mitad del siglo XX.

¿Lo sabías?

Un jardín fuera de lo común echó raíces en torno al peñasco de Roch-Hievic. Tres mil especies de plantas subtropicales florecen disfutando del clima de la bahía.

De la talasoterapia a la cosecha de algas

En 1899 abrió el primer centro de talasoterapia de Francia en Roscoff, donde el doctor Bagot curaba el reumatismo. Desde entonces, el éxito del centro se mantiene vigente. Hoy, gracias a la estación biológica que lo acompaña, centro de investigación muy prestigioso a nivel europeo, se multiplican las empresas de cosecha y tratamiento de algas. La zona es hoy uno de los centros más grandes de producción de algas de Finistère.

Visitas imprescindibles

  • La casa llamada «Mary Stuart», declarada Monumento Histórico
  • El puerto viejo, construido con granito en el siglo XVII
  • La Maison Forte del siglo XVI y la torrecilla o «échauguette» (atalaya) de finales del siglo XVI
  • La iglesia Notre-Dame-de-Croas-Batz, totalmente restaurada con decoraciones policromadas, sus osarios y su claustro, declarados Monumentos Históricos
  • Las casas de granito que construyeron los ricos armadores y negociantes del siglo XVI, con tragaluces finamente esculpidos, entradas de sótanos a nivel del suelo, gárgolas trabajadas…
  • Seis viviendas particulares declaradas Monumentos Históricos
  • La capilla Sainte-Barbe del siglo XVII en la cima de un peñasco rocoso
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