Les Roches du DiableLes Roches du Diable
©Les Roches du Diable|Franck Betermin

Las Rocas del Diablo

Un lugar paradisíaco

El lugar no tiene nada que ver con el nombre que lleva. Cuando el sol juega entre las hojas es un paraíso de la clorofila y de esculturas de granito pulido, donde se oye el agua del río y el alegre piar de los pájaros.

 

Descubrir Las Rocas del Diablo

Estamos en el interior de Bretaña, entre Faouët y Quimperlé, en una zona boscosa y de valles. Les Roches du Diable forman un paisaje grandioso. Desde el cruce de caminos se aprecia un impresionante caos granítico por donde cabalga el río Ellé. El tiempo y el río han ido suavizando los ángulos. Sin embargo, cuando el caudal se acelera, los rápidos pueden volverse diabólicos. Aconsejado para kayakistas… de alto nivel. De hecho, aquí se celebran competiciones.

Creado por la leyenda

San Guénolé quedó prendado de este lugar moldeado por el río Ellé. Y decidió vivir entre esas rocas de formas evocadoras para llevar su vida eremita. Algunos bloques adquirieron una original forma de mesa, de escudilla y de reclinatorio. Una vez «acomodado», el único problema que tenía era que el lugar pertenecía al diablo. Y se abrió una lucha homérica que obligó al Diablo a aislarse en el otro lado del Ellé. Tras esta batalla, san Guénolé necesitó un puente para predicar la buena nueva. Para construirlo pactó con el diablo. El primer alma que cruzara el puente pertenecería al maestro de los Infiernos. Pero san Guénolé se las arregló para que el primero en pasar fuera una ardilla. El diablo se enfureció y se hundió en el Ellé creando un abismo sin fondo. Saltando sobre las voluminosas rocas cubiertas de espuma, siguiendo el río por el camino que serpentea por la orilla, quizá encuentres el pasadizo secreto que se dice que conduce a un tesoro.

¿Lo sabías?

El nombre del río Ellé deriva de Ellez, que significa infierno. Este río nace en Faouët, donde se yergue la capilla de Saint-Fiacre.

Cuando el río llega a la ciudad

El río Ellé se calma al entrar en Quimperlé y se mezcla con el Isole para formar el río Laïta. Pasa bajo el Puente Florido que bordea la parte trasera de la iglesia románica de planta circular de Sainte-Croix. Muy cerca de ahí se halla la calle Dom-Morice que transporta al siglo XVI con sus casas medievales de entramado de madera y sus losas de piedra irregulares.

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