Port de Cancale vue du largePort de Cancale vue du large
©Port de Cancale vue du large|Alexandre Lamoureux

Cancale

La perla de la Costa Esmeralda

Este bonito puerto se disfruta tanto con la vista como con el paladar. Elegido como un lugar destacado de la gastronomía, Cancale es conocido desde hace tiempo por sus ostras y mariscos. Estas deliciosas especies se aprecian mejor admirando la maravilla del Monte Saint Michel elevándose en medio de la bahía.

Descubrir Cancale

Cancale nació de una concha, como Venus. En la época de los romanos ya se comían ostras en este lugar. El lugar adquirió importancia proveyendo a la corte real cestas de marisco así como marineros. En el siglo XIX, los marineros zarparon hacia Terranova y dejaron a sus esposas a cargo del pueblo. De esa época procede la franqueza y la honestidad que caracterizan a las cancalesas del barrio antiguo, sobre todo del puerto de la Houle y de las pintorescas «calles de atrás», adosadas al acantilado. En la ciudad «alta» residían los armadores.

Bocados marinos

Las idas y venidas de los barcos, el trabajo de los ostricultores y el ritmo de las mareas animan continuamente el puerto y sus espigones. Con marea baja, los ostricultores cuadriculan un paisaje de 366 ha. La ostra de Cancale es característica por su sabor, derivado de la riqueza del plancton de la Bahía del Mont Saint-Michel. Podrás comprobarlo compartiendo un plato sentado junto a los puestos del mercado de ostras. O si lo prefieres en uno de los múltiples y pintorescos restaurantes que bordean los muelles, en los que disfrutarás de su trato cordial y decoración especial como sus troncos de madera a modo de taburetes o su mascarón de barco como barra.

¿Lo sabías?

¿Barcos en una capilla?

La conmovedora capilla Verger, escondida en una ensenada de arena fina, contiene los exvotos de las mujeres de los marineros: una sorprendente flota de barcos en miniatura colgados de cabos.

Un sendero de mil horizontes

El mar no siempre llega en forma de bandeja. A veces hay que caminar un poco para apreciarlo en su globalidad. Y para ello, nada mejor que el sendero de los Aduaneros que sobrevuela el puerto de la Houle encadenando magníficas vistas. La punta de Crolles goza de una vistas panorámicas increíbles del Mont Saint-Michel y la bahía. Cuando el sol deslumbra el movimiento de las mareas, el Monte aparece como un espejismo maravilloso. Desde la punta de Hock, la mirada cae sobre el peñasco de Cancale y su parque. Y si te sientes en forma: se te abren 7 km hasta la punta Grouin con un sendero que alterna calas y zonas de baño secretas. Esta costa tan recortada esconde playas salvajes y solitarias.

Web Oficial de Turismo de Bretaña
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