Saint-SuliacSaint-Suliac
©Saint-Suliac|Emmanuel Berthier

Saint-Suliac y el río Rance

Un magnífico estuario con un patrimonio variado

El valle del río Rance es uno de los estuarios más característicos de la zona. Con marea baja, el lugar tiene una extensión notable, pero cuando sube la marea parece un brazo de mar. De Dinan a Dinard y a Saint-Malo, el paseo por las orillas del río merece realmente la pena. Los caminos pasan entre pueblos pintorescos y construcciones típicas de Saint-Malo.

Descubrir Saint-Suliac y el río Rance

El Rance es un río costero que tiene su origen en la provincia de Côtes d’Armor  y va a morir al canal de La Mancha, entre Dinard y Saint-Malo. Mide unos cien kilómetros y se le conoce sobre todo por su industria mareomotriz y el estuario cuyas orillas forman bahías y puertecitos fluviales muy apreciados por los pescadores. Visita el encantador pueblo de Saint-Suliac y saborea la tranquila animación del puerto y sus cafés.

Perderse por las callejuelas

El pueblo de Saint-Suliac, fundado por un monje bretón en el siglo VI, ha sido declarado recientemente “uno de los pueblos más bonitos de Francia”. Y se lo merece. Para apreciar este pueblecito de pescadores lo mejor es venir por la mañana. Las casas de granito lucen bonitos nombres, las redes de los pescadores siguen secándose en las fachadas y las calles son tan estrechas que se las conoce como ruettes.

¿Lo sabías?

Entre fiestas y tradiciones

Cada año, a principios de agosto, el pueblo celebra Saint-Suliac autrefois, un evento festivo con actividades  acerca de las tradiciones locales: juegos, especialidades culinarias, fest-noz… Otro evento curioso, la fête des Doris, que permite descubrir el río Rance a bordo de sus antiguas y largas embarcaciones de pescadores de bacalao. ¡En cada escala, una fiesta!

¿Preparado para subir?

Los caminantes están de suerte. En Saint-Suliac nace un camino que conduce hasta el Monte Gareau y su oratorio, desde donde se divisa una panorámica increíble del río Rance y el antiguo pueblo vikingo, la bahía y la playa. Lo mejor es ir cuando se pone el sol porque tanto el pueblo como el valle adquieren unos reflejos dorados increíbles.

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