¡Y a voltear crepes!
Delante de la billig, Véro muestra cómo utilizar la rozell y extender la masa. «Hay que tenerla plana y solo rozar la masa con pequeños movimientos». Al terminar el círculo, el gesto es más delicado y las instrucciones más ilustrativas: «O bien pueden hacer el helicóptero con el puño, o bien un giro de majorette con la rozell». Con muchos bríos, Anthony es el primero en lanzarse. Algunos fracasos provocan grandes carcajadas. Los jóvenes Chloe y Lucien tienen una rozell más fácil de manipular. Con la espátula, volteamos a un lado y al otro la crepe, y ¡listo! Las crepes se van apilando en el extremo de la mesa. ¡Falta poco para el almuerzo!
La famosa crepe de jamón, huevo y queso
El taller sigue su curso en medio de gritos de alegría: al igual que los profesionales, vamos a preparar crepes de jamón, huevo y queso. Pese a los deseos apremiantes, hay que tomarse su tiempo. La masa de crepes de harina de trigo sarraceno es más pesada y lleva más tiempo de cocción. Son miles los trucos y los pequeños gestos que debemos aplicar para lograr el gran clásico de la cocina bretona: pasar el pincel con mantequilla, cubrir con clara de huevo, pasar la espátula de acero inoxidable… Pero el resultado bien vale la pena. ¡A la mesa!
Momentos para saborear
«¡Nunca comí una crepe tan deliciosa!», dice Anthony. Sin lugar a dudas, tiene razón. La mía es fina y crujiente, como a mí me gusta. Después de comer la suya, Chloé prepara una crepe para su abuela que acaba de unirse al grupo. El ambiente es familiar y acogedor. Una vez aprendida la lección, cada uno regresa a las billings para hacer crepes dulces. Véro guía la conversación en torno a las virtudes nutricionales del trigo de sarraceno, las tradiciones culinarias, los recuerdos de infancia… Por último y para poner fin a estos deliciosos momentos, nos despedimos con un kenavo(adiós, en bretón), unas crepes, unas recetas y un diploma en mano.