6 000 años de historia
Mientras almorzamos, los últimos caminantes se van antes de que el mar suba por completo y cubra el paso. Pronto estaremos solos… Guirec, el guardián de la isla de Milliau, acaba de llegar en barco. Se asegura de que todos estemos cómodos, acepta tomar café con nosotros y abre el pequeño museo donde descubrimos que la isla estuvo habitada durante 6 000 años. Desde el monje irlandés Millau, que dio el nombre a la isla, hasta la actriz que recibía en ella a su amante, Aristide Briand, Guirec conoce todos los secretos de «su» isla, que mima con atención todos los días.
Atasco en alta mar
Por la tarde, caminamos hacia la punta norte, recubierta de brezos y juncos. Por un lado, la isla de Batz destaca claramente en el horizonte. Por el otro, las playas de otras pequeñas islas brillan al sol. El mar torna sus aguas turquesas a azul marino. Grandes cormoranes negros descansan sobre una roca que emerge de las olas. De repente, los cuatro barcos que estaban pescando allí se dirigen al puerto de Trébeurden, de donde salen plácidamente tres veleros. «Acaban de abrir el puerto», explica Guirec sonriendo, «es el «atasco» del día».
Juegos de mesa para animar la velada
Sobre las 15:00 Guirec se marcha en su barco. ¡La isla es toda nuestra! El bosquecito, los acantilados, la preciosa cala para bañarnos… ¡todo para nosotros! Se ven saltando algunos conejos y los niños juegan entre las rocas. Tal vez se acuesten más tarde esta noche… Cenaremos en el patio. Y Franck quiere amenizar la velada con juegos de mesa. ¿Y qué más? Pues nada ya… Contemplar la puesta de sol y la insondable belleza de las rocas de granito rosa.