Bruno, el capitán, pone toda su dedicación y experiencia en la mantención de este barco de iroko. ¡Hasta el más mínimo detalle! Con cada paseo, podéis apreciar la renovación realizada entre amigos llevando el timón, admirando el baúl barnizado puesto bajo la caña de timón o bajando al camarote decorado con esculturas. Según el viento y las ganas, Morwenna da bordadas río abajo o remonta el río Vilaine hacia la "Plaine" (llanura) empujado por un viento constante. En medio de la belleza de los paisajes fluviales, se sacan los vinos y siropes orgánicos de las mochilas para beber un agradable aperitivo. En la proa, dos hamacas invitan a dejarse mecer por las olas y las historias del marinero sentado en la carroza.
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