Regreso a la Edad Media, a tiro de piedra de las playas de la Côte des Sables. Entre Roscoff y Plouescat, el castillo de Kerouzéré es el último castillo fortificado que queda en Finisterre. Construido en el siglo XV y declarado Monumento Histórico, pertenece desde hace 200 años a la familia Guénolé de Calan... que estará encantada de abrirle sus puertas. Con un guía o por su cuenta, podrá subir por una escalera de caracol hasta casi la mitad de la veintena de habitaciones, entre ellas el salón principal y los dormitorios con mobiliario del siglo XVIII. La visita es un verdadero testimonio de la forma en que un castillo de estas características ha sido ocupado a lo largo de los tiempos. Destaca su armazón en forma de casco de barco invertido. También puede dar un paseo por el parapeto, con vistas al mar. Tras la visita, diríjase al parque de 20 hectáreas, que alberga un palomar, un lavadero, una fuente medieval, una zona de juegos infantiles de madera y un laberinto vegetal. ¿Un plus? Eventos regulares: exposición, fiesta del asesinato, festival medieval... para una experiencia aún más envolvente.
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