



Dando forma a las ensenadas en la campiña bretona, cada ría revela sus tesoros. La ría Wrac’h es un lugar de contrastes en el que la Bahía de los Ángeles tiene por vecino al Puente del Diablo. Su desembocadura, resguardada por numerosos islotes, forma un entorno repleto de serenidad para la práctica del senderismo o del windsurf. Serpenteando entre campos y riberas boscosas, la ría Benoît es famosa por sus deliciosas ostras. ¡Saboréalas después de un paseo con aroma a yodo! La ría Ildut, entre el Atlántico y la Mancha, ofrece a los barcos un refugio natural al que pueden acceder en todo momento. Una ruta sobre la cornisa sigue un litoral de rocas, dunas y calas.
Esta punta marítima de Finistère reúne una de las mayores concentraciones de faros y balizas de Francia. 392 peldaños te llevarán a lo alto del faro de la isla Vierge, una torre de granito de 84 metros de altura, revestida en el interior con opalina. Una vistas de vértigo te recompensan por el esfuerzo. Frente a la estación de Porspoder, el imponente faro y torreón del Four parece surgir de la espuma. Junto a la casa del guarda, convertida en sala de exposiciones, el faro de la isla Wrac’h vigila la entrada a la ría. El faro de Pontusval, con su sombrero negro, guía a los marineros frente a Brignogan-Plages.
Los puertos y poblaciones costeras, unidos por el GR 34, animan la vida de las rías. Saint-Pabu se distingue por sus largas playas de arena fina. Alejándose de la península de Saint-Laurent, el sendero de la costa llega al curioso Puerto del Mazou. El fondeo se organiza sobre pilotes de madera. A los pies de las pintorescas casitas, los barcos se amarran a troncos clavados en la arena. En Lanildut, las bellas casas de los armadores, conocidas como “casas de corsarios” o “casas de ingleses”, dan fe de la prosperidad del puerto durante los siglos XVII y XVIII. Hoy en día es el primer puerto de recolección de algas de Europa. El pueblo vuelve a impulsar esa actividad que ha dado lugar a la construcción de hornos para algas en las riberas. De mayo a octubre, los barcos descargan sus cargamentos de algas, el oro negro de los bretones.
Antaño, los veleros de carga recolectaban las algas con una larga hoz. Hoy en día las algas se recogen con una herramienta hidráulica: un gancho colocado en el extremo de una barra de acero. Las algas así recogidas se usan como materia prima para farmacias, en cosmética y en la cocina.
Oficina de Turismo del Pays des Abers