En el corazón de los suburbios de Saint-Malo, este es un lugar donde se puede ver "la crepe bajo una luz diferente"... Y no es sólo un eslogan, porque las crepes son tan buenas como parecen.
La expresión "entre tradición y modernidad" se aplica con acierto a este restaurante refinado, diseñado por Bertrand Larcher: En un marco que combina materias primas y diseño contemporáneo, la casa propone una versión moderna de las tortitas de trigo y las galettes de trigo sarraceno, acompañadas de excelentes productos de la granja o del mar... En una carta que también incluye un toque japonés, se puede degustar una galette con jamón artesanal de Bretaña, huevo ecológico y queso Comté, una galette con filete de arenque ahumado, patatas, huevas de arenque al estilo caviar y crema fresca de granja de Bordier, o una crêpe casera de caramelo de mantequilla salada o una Suzette yuzu flambeada con Grand-Marnier. También hay ostras de Cancale... y unas sidras absolutamente notables seleccionadas por la sumiller Carine Bigot. ¿Una vueltecita por las murallas?