Sin ruidos, sin cansancio, sino solo naturaleza, mar, descanso y tranquilidad.
Las parcelas aisladas y a la sombra de Jean y de su hijo son ideales para que se te peguen las sábanas. Te despertará el susurro del viento entre los árboles, mientras a lo lejos empieza a oírse el ronroneo de la camioneta de pan recién hecho que se aproxima. Después puedes montarte en la bicicleta y ponerte las chanclas para lanzarte de cabeza a la playa de Morgat situada a 1800 m o para ir al puerto a beber un jarabe de menta con agua. Al principio de la noche, tras una ducha bien caliente, puedes encontrarte con tus amigos en la crepería del camping: una completa para papá, una de mantequilla y azúcar para el niño y una de queso para mamá; toda la familia disfrutará antes de irse a la cama, levantarse y volver a empezar.