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©Leconquet23@alamoureux Quai Drellach|Alexandre Lamoureux

Le Conquet

Una ciudad portuaria en el fin del mundo

Mascarón de proa de la Bretaña, la «Petite Cité de Caractère®» de Le Conquet bien merece una visita. Esta ciudad-puerto revela un extraordinario patrimonio marítimo y arquitectónico en un paisaje verde y gran diversidad de entornos naturales. Recorre sus callejuelas con hermosas casas históricas, asiste al baile de los barcos que comunican Molène y Ouessant, y déjate sorprender mirando al horizonte mientras disfrutas de una dilatada oferta cultural.

Descubre Le Conquet

Le Conquet fue fundada por los monjes que se afincaron en la aldea de Lochrist, y la ciudad se divide actualmente entre tierra y mar. Desde la Edad Media, fue un puerto muy codiciado debido a su posición estratégica. Las fortalezas, como la «Maison des Seigneurs» recuerdan que la ciudad se enfrentó a numerosas incursiones.  En el siglo XVI, el cabotaje desarrolló el puerto comercial, dotándolo de peripuestas casas de armadores. Los astilleros, la fabricación de yodo y los baños de mar en el siglo XIX favorecieron la aparición de hermosas residencias burguesas. En la actualidad, Le Conquet es un puerto pesquero artesanal, un puerto deportivo y la puerta de entrada a Molène y Ouessant. Es también la sede del Parque Natural Marino de Iroise.

Gran diversidad de entornos naturales

Le Conquet vive al ritmo de las mareas, hasta el fondo de la ría que atraviesa la emblemática pasarela del Croaë. Subido a esta obra de ingeniería, estarás en primera fila de un espectáculo natural, con el mar por un lado y los prados salados y los bosques de pino por el otro. Desde el centro, la pasarela te lleva a la península rocosa de Kermorvan. Para unas vistas a 360°, sube hasta el faro, que culmina a veinte metros, antes de volver a bajar hacia la gran playa de Blancs Sablons. Bocaje, landas, rocas, dunas e incluso islas con Kemenez y Béniguet…  Aquí se congrega toda la diversidad del paisaje costero.

Estarás en primera fila de un espectáculo natural, con el mar por un lado y los prados salados y los bosques de pino por el otro

¿Sabías que…?

Un tranvía para las islas

De 1903 a 1932 se podía coger el tranvía a Brest para llegar a la estación de Le Conquet, antes de subir a bordo de un barco rumbo a Molène o Ouessant. El trayecto en tranvía eléctrico duraba poco más de una hora. En 1932, la línea de tranvía, a pesar de su carácter innovador, fue sustituida por el autobús.

Una ciudad entre arte, mar y naturaleza

Recorrer las callejuelas a lo largo del muelle de Drellac’h es hacer un viaje por el tiempo a través de un rico patrimonio arquitectónico. Numerosas casas de armadores de arenisca y una red de bodegas abovedadas son testigo de la prosperidad del comercio del vino y de la sal durante los siglos XVI y XVII. La ciudad esconde también jardines secretos, protegidos por altos muros de la brisa marina. Quedarás prendado de las residencias burguesas, como la casa Tissier, transformada en ayuntamiento, o el castillo de Cosquies, con un encanto neogótico. Más actual, el Hôtel Sainte-Barbe sorprende por sus líneas de hormigón con flancos de roca, que domina el mar de Iroise. Por último, el corazón de la ciudad late al ritmo de una dilatada programación cultural durante todo el año: visitas teatralizadas, banda de música, rutas por la naturaleza y los miércoles musicales, sin olvidar la famosa feria «La Mer en Livres».

Imprescindibles

  • La península de Kermorvan y su faro
  • La pasarela de Croaë
  • El puerto pesquero y la salida a las islas de Molène y Ouessant
  • La playa de Bas-Sablons
  • La punta des Renards
  • La Maison des Seigneurs
  • El centro de la ciudad
  • El lavadero de Drellac’h
  • La iglesia Sainte-Croix
  • La capilla Dom Michel
  • La aldea de Lochrist

 

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