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©BERTHIER Emmanuel

El valle del Aulne marítimo

Un aroma exótico

¡Un verdadero oasis! La serenidad que destila este trozo de tierra que curva el Aulne en un último meandro invita a la meditación. No es de extrañar que los benedictinos y San Guénolé cayeran rendidos ante este lugar. Una exuberante naturaleza completa el paisaje que se extiende desde Châteaulin hasta Landévennec.

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En el Parque Natural Regional de Armórica, la ruta turística de la región marítima del río Aulne se pasea entre tierras arboladas, suaves pendientes, playas y tesoros del patrimonio. Combinar coche y paseos a pie para hacer el trayecto es la mejor manera de admirar paisajes variados, recorrer pueblos o saborear una crepe.

Entre los pueblos y las aldeas que dan testimonio de la historia del valle, Le Faou es una parada obligatoria. Este Pequeño Pueblo con Carácter es una pintoresca aldea que reúne casas hermosas con voladizos del siglo XVI, una iglesia con un esbelto campanario estilo renacentista y un puerto. A poca distancia del pueblo, la iglesia de Rumengol se eleva sobre los restos de un altar de la época de los druídas.

Entre cielo, tierra y agua

En la otra orilla, anclado al final de la ensenada de Brest, Landevenec se abre camino en un promontorio rocoso. Entre los árboles, este pueblo con encanto se extiende desde la antigua abadía hasta la iglesia del siglo XVII, que ofrece una magnífica vista de los voluptuosos meandros del río, de la isla de Térénez y del romántico cementerio de barcos. El frente de la península de Crozon, protegido de los vientos dominantes, cuenta con un clima particularmente templado.

Bendecido por la naturaleza

Alrededor del año 485, San Winwaleo eligió este rincón paradisíaco para fundar uno de los santuarios bretones más antiguos. Aún se conservan maravillosos vestigios de los edificios de los siglos XI y XII. Muros altos, bases de pilares y restos de la nave han sobrevivido al paso del tiempo y a la Revolución. Muy cerca, el Museo de la Antigua Abadía recuerda la historia de este importante lugar a través de exposiciones y animaciones sobre la construcción de Bretaña.

En 1958, los benedictinos se instalaron en Landevenec en un nuevo monasterio, construido con piedra de Logonna, 500 m más arriba que el anterior. Entre el huerto y los visitantes, los monjes realizan sus actividades en un entorno apacible.

Un jardín casi mediterráneo

El parque de la abadía se distingue de los demás parques de la región gracias a sus senderos soleados que perfuman sus paseos. Los cipreses de Lawson, las palmeras y los laureles crecen en un microclima excepcional. Las higueras, las mimosas y las camelias también florecen junto a los senderos. ¡Todo un abanico de sensaciones!

Web Oficial de Turismo de Bretaña
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