



En la confluencia del río Evron con el riachuelo de l’Etang, Moncontour desempeñó un importante papel militar desde el siglo XII. En aquel entonces era una de las plazas fortificadas del Ducado de Penthièvre. Tras sufrir varios sitios y asaltos, la ciudad se entregó al comercio textil que exportaba a España y las Indias. Pasea por las callejuelas y tómate tu tiempo para admirar los palacetes y las casas que construyeron estos ricos mercaderes. El palacio Clézieux y el palacio de Kerjégu (ahora sede del ayuntamiento) son unos notables ejemplos.
Los chuanes, insurgentes promonárquicos, fueron muy activos en esta región y todo ello queda recogido en un museo de verano. No te vayas de Moncontour sin cruzar la puerta de la iglesia de Saint-Mathurin, porque tiene una fachada del siglo XVIII, un curioso campanario del XX… pero la belleza está en el interior y en sus vidrieras del siglo XVI. ¡Entre las más bonitas de Bretaña!
Colinas, caminos, bosques y landas… la campiña de los alrededores bien vale un paseo. Desde Moncontour, toma el camino que cruza el sotobosque y conduce a la capilla de Notre-Dame-du-Haut. Tras 20 minutos de paseo, las vistas a la ciudad son admirables.
El castillo de la Touche-Tréby, de Catuelan, de Colombier, de Granges, de Bogar… En el triángulo formado por Moncontour, Hénon y Quéssoy se concentran hasta cinco castillos con sus respectivos jardines.
Oficina de Turismo del Cabo de Erquy Val André