



Conocido en la región como el pueblo de los tejedores, Quintin debe su fortuna pasada a la industria del lino. En los siglos XVII y XVIII, el trabajo del tejido se desarrolló y los fabricantes de la región destacaban por sus telas finas que exportaban hasta América. Un rico pasado del que este bonito pueblo ha sabido conservar preciosos edificios. Admira las casas y los palacetes de los mercaderes y visita el museo para saber más sobre este pasado textil.
En Quintin no hay uno, sino dos castillos. Dos monumentos en un mismo parque. El primer castillo (s. XIII) sufrió una sucesión de guerras y pillajes, fue reedificado en 1775 y continúa inacabado. En el siglo XVIII los establos y otras edificios se modificaron y fueron ampliado dando origen al segundo castillo.
Tras haber visitado el pueblo, ¿por qué no conocer los alrededores a pie? Podrás relajarte junto al estanque o pasearte por el bosque de la Perche. A 800 m del centro del pueblo, el paseo que empieza cerca la antigua granja de la Perche conduce hasta un molino del siglo XVI. Otra opción, sería disfrutar de un paseo junto al río Gouët.
Desde 1993, cada año, Quintin honra su pasado de pueblo de tejedores a través de la Fiesta de los Tejedores. El primer fin de semana de agosto se organizan desfiles de trajes regionales y creaciones de jóvenes estilistas con el lino como “telón” de fondo.