



¡Solo aquí se pueden encontrar las casas con pondalez! Edificadas en el siglo XVI por los comerciantes de telas de lino, se organizan en tres niveles alrededor de una chimenea enorme, una escalera de caracol central y pasajes de madera, conocidos como “puentes de ida”. Sus entramados de madera, que sobresalen en voladizo en las callejuelas que rodean la plaza Allende, le guiarán para moverse por el Renacimiento bretón. Para descubrir sus secretos, empuje la puerta de la casa de la Duquesa Ana, en la rue au Mur, o de la Casa con pondalez de la Grand Rue.
El patrimonio de Morlaix se explora en las laderas de la colina. Callejuelas en pendiente, entrecortadas por escaleras de piedra, se introducen por los entresijos de la ciudad. Cada uno, a su ritmo, puede ir subiendo para dejar caer la mirada por jardines privados, tenderetes con entramados de madera, lavaderos o las ruinas de las murallas de la ciudad cerrada. ¡Un vistazo muy merecido!
Una vez arriba, ¡mejor que aproveche! El callejón de Prêtres comunica con la primera planta del viaducto, el emblema de la ciudad. Una diadema de piedra por encima de la maraña de tejados de pizarra, la obra permite disfrutar de una vista impresionante de la ciudad-puerto y de sus campanarios. Sus sólidos arcos de granito de la Île Grande ponen de relieve sus descubrimientos.
El viaducto marca el límite entre el patrimonio heredado de los siglos XVI y XVII y el originado en el siglo XVIII. El puerto, en otra época lugar de comercio marítimo, está rodeado de edificios de fachadas rigurosas, construidos hacia 1730. La fábrica de tabaco, conocida con el apodo de la “Manu”, es testigo de la cultura obrera de Morlaix. De ella subsiste un espíritu algo rebelde que revive en los espacios convertidos en lugares de expresión y encuentros artísticos. A la vuelta de un porche o un pontón, un fresco monumental, una exposición o una terraza animada sorprenden a los visitantes. Placeres urbanos que podrá saborear, como una cerveza artesanal, por ejemplo, antes de llegar a la soberbia bahía de Morlaix.
Placeres urbanos, como por ejemplo una cerveza artesanal, que podrá saborear antes de llegar a la soberbia bahía de Morlaix
Cruzando el casco histórico de Morlaix, el arco del viaducto se alinea sobre 292 metros de largo, a 62 metros de altura. Desde hace más de 150 años, esta obra de arte representa simbólicamente la ciudad.
Oficina de Turismo
Bahía de Morlaix Monts d’Arrée