



La punta del Grouin se extiende en un marco majestuoso entre Cancale y Saint-Malo. Si tienes buenas piernas, deja atrás Cancale y recorre 7 km por la costa, entre aulagas, pinares y ensenadas resguardadas del viento. Alcanzar a la punta es algo mágico. Si vas en coche, utiliza el aparcamiento y coge el sendero que se abre entre la pequeña vegetación antes de llegar a las rocas recortadas y a los impresionantes acantilados.
Desde la punta, la mirada abarca un impresionante decorado que se extiende desde el cabo Fréhel hasta Granville, pasando por la bahía del Mont Saint-Michel que se encuentra a 25 km. En el horizonte, también obersevamos las islas Chausey. Los más afortunados podrán ver una colonia de delfines que suele nadar entre estas aguas. Con la marea baja (¡cuidado con los horarios!), aparece una senda que conduce hasta una cueva en el acantilado. Al caer la noche, cuando la bruma desaparece, el crepúsculo inflama el litoral.
Situada frente a repechos llenos de líquenes, tras un tramo de arena marcado por el flujo y el reflujo de la marea, la isla de Landes es una reserva ornitológica y botánica. ¡No te olvides los prismáticos! El gran cormorán es un ave emblemática de estos lugares, que comparte territorio con la gaviota argéntea, el ostrero, el cormorán moñudo o el tarro blanco.
Desde la punta de Grouin, la ruta y el sendero de los aduaneros avanzan siguiendo una costa cambiante. Este sendero que bordea el litoral llega hasta la ensenada del Verger. Más allá, desde su islote, el fuerte Du Guesclin vigila una playa dorada. La costa se calma de nuevo y se convierte en la playa des Chevrets accesible por un istmo.
El abad Fouré esculpió 300 piratas y monstruos marinos en la roca de Rothéneuf. Una obra poética que se detuvo en 1910.
Oficina de Turismo de Saint-Malo y de bahía del Mont-Saint-Michel