
©VERNEUIL Teddy - LEZBROZ

©LAMOUREUX Alexandre

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San Malo nació en Alet (actualmente absorbida por la ciudad de Saint-Malo), en el siglo I a.C. El puerto galorromano permitió la construcción de una ciudadela fundada sobre un islote en el siglo XII. De aquí zarpó, en el siglo XVI, Jacques Cartier para descubrir Canadá, así como los barcos pesqueros que llegaron a Terranova. Los armadores hicieron fortuna y la ciudad prosperó al abrigo de las murallas, ampliadas por los discípulos del arquitecto Vauban. En el siglo XVIII, los corsarios Duguay-Trouin y Surcouf reafirmaron el prestigio de Saint-Malo, cuyo estandarte flota por encima de la bandera francesa.
El paseo de las murallas salta de bastión en torre. Por un lado, las callejuelas de la ciudad y, por el otro, magníficas vistas a las playas, al puerto y a los fuertes. Desde la puerta Saint-Vincent, a la entrada de la ciudadela, se despliegan las ensenadas portuarias y Saint-Servan. Entre los bastiones de Saint-Louis y Saint-Philippe, la vista se abre al estuario y a Dinard. Las playas se suceden a los pies de las murallas hasta alcanzar la torre Bidouane. Con la marea baja, un pasillo de arena une tierra firme con las islas del Grand Bé y del Petit Bé. Ante el castillo se extiende la gran playa de Sillon.
Murallas adentro, el paseo continúa entre elevados edificios. Cuando uno admira su estilo es difícil creer que la mayoría de ellos fueron reconstruidos tras los bombardeos de 1944. Desde la entrada a la ciudad te asalta la tentación de pararte en una terraza de la plaza Chateaubriand. Pero hay que saber contenerse. La torre Quic-en-Groigne, la casa Pélicot construida como el castillo trasero de un barco, las casas de los armadores y los alturas del Hotel d’Asfeld te esperan.
Cuando baja la marea se puede llegar al fuerte del Petit Bé y al fuerte nacional, asentados en lugares excepcionales. Desde esos islotes hay una vista inolvidable de 360º. En el Grand Blé podrás hacer una visita póstuma al más famoso escritor de Saint-Malo: Chateaubriand.
Otros elementos defensivos que cabe subrayar fuera de las murallas y en tierra firme es el fuerte de la ciudadela de Alet y la Torre Solidor. Saint-Servan también es el punto de partida de un bonito paseo frente al río Rance y a la ciudad amurallada.
La época de los corsarios ha acabado pero los habitantes de Saint Malo siguen celebrándola a su manera y no sorprende que la ciudad acoja la Ruta del Ron y la transatlántica Québec-Saint Malo.
Oficina de Turismo de Saint-Malo
El trayecto en coche de Saint-Malo a Barcelona es de unas 11 h, mientras que a Madrid es de unas 12 h. Desde Rennes, calcula unos 55 minutos en tren regional TER o en coche. Saint-Malo tiene la ventaja de contar con trenes TGV directos desde París, con un recorrido de unas 2 h y 15 minutos. ¿Prefieres el avión? Las líneas regulares y de bajo coste aterrizan en el aeropuerto de Dinard, situado a 13 km de Saint-Malo
Si quieres disfrutar de la ciudad con total serenidad, aparca tu coche en la entrada de Saint-Malo. En el aparcamiento disuasorio Paul Féval, con el billete de un día tienes además plaza para 5 pasajeros en los autobuses de enlace que llevan al casco histórico.
Toda la costa Esmeralda se encuentra al alcance de la mano con los autobuses de la red MAT. Si prefieres navegar, opta por el barco de la Compañía Corsaire que sale de Saint-Malo y visita Cancale, Saint Cast-le-Guildo o Dinan. De abril a octubre, el «autobús marítimo» ofrece enlaces regulares durante todo el día para hacer la travesía entre Dinard y Saint-Malo en 10 minutos.