Por la mañana, nos cruzamos con los más madrugadores, taza de café en mano. A mediodía, charlamos y bromeamos en una terraza. Por la noche, arreglamos el mundo mientras observamos el vaivén de los veleros. Echa el ancla con nosotros en estos pequeños puertos y empápate de todo: desde las capturas de pesca hasta las bromas del vecino y las risas de los veraneantes. ¿Y en el centro de todo? Tú, por supuesto. Como si siempre hubieras estado ahí.